El
agonizaba en el hueco de su caverna. A su lado estaba su hijo, el rey futuro de todos los animales. El monarca moribundo le daba penosamente el
consejo, el
importante.
—Huye del hombre—le
—huye siempre; no pretendas luchar con
.
Eres señor absoluto de los
animales, no los temas;
,
si tienes hambre. Con todos puedes luchar, a todos puedes vencer; pero no pretendas luchar con el hombre: te
muerte y sin piedad, porque es cruel,
cruel que nosotros.
—¿Tan fuerte es el hombre?—
el hijo.
—No es fuerte, no—
el padre.—Y
diciendo:—De un latigazo de tu cola le
lanzar por los aires como a un miserable animalejo.
—Sus dientes, sus colmillos, ¿son poderosos?
—Son despreciables y
: valen menos que los de un ratoncillo.
el
moribundo
enormemente la espantosa boca..., y
el
rugido.
(José Echegaray - fragmento)