Desde las once de la noche del
hasta las doce del siguiente
trece horas de un
, sin despertar una sola vez, ni cambiar de postura. Mas como todo tiene su
forzoso, a las doce se
mi
, se
en la cama, y se
los ojos. No vio nada: ¿
de ver? La
estaba negra como el fondo de un tintero: no se
ruido alguno fuera, ni el
leve rumor: aquel cuarto tan silencioso y oscuro
una tumba. ¡
! ¿Era posible que
no hubiese amanecido? Sentado en la cama,
, aplicando
la vista y el
, estuvo sobre hora y media. Nada: ni por las rendijas entraba un solo rayo de luz, ni siquiera sonaba el vuelo de una mosca.
(Julia de Asensi - fragmento)