Las mil y una noches 5

Busca las palabras con tilde.

Pero Aladino, sin miedo ya, las salas y hasta la entrada de la cueva. En un cuadrado de luz de atardecer se perfilaba la figura del mago, inclinado impacientemente sobre la cueva. Aladino :
- ¡ , tengo la ! Haced el favor de darme la mano para subir, pues vengo muy cargado de frutas.
El mago africano burlonamente, y :
-Hijo , dame antes la para que no te estorbe.
-No me estorba la , y llevo encima de ella demasiadas frutas, que pueden caerse. En cuanto suba os vuestra .
El mago de , mirando a todas partes como un lobo:
-Dame la , Aladino.
-No puedo,-se el muchacho-. No encontrarla, porque mi llena de frutas, y temo que se caigan.
Las pupilas del africano eran dos puntos de oro en el . Se acercaba un grupo de aldeanos que de la ciudad. Todo estaba perdido y su misterio descubierto. Lleno de furor unos granos de incienso en el rescoldo del fuego, silbando como una algunas palabras y la losa de piedra de nuevo la entrada de la caverna, y todo como antes.