- Aladino -
-, espero que ahora me
lo que me has prometido.
El muchacho
, y le
punto por punto lo que
dicho el Genio, durante el desmayo de la vieja.
- ¡
miedo tan horrible me
el ver tan desaforada
! -
la señora Kin Fa-. Nunca
hablar de semejantes genios. Y no
por
se ha dirigido a
, sin conocerme. Me parece una falta de etiqueta imperdonable, puesto que a ti es a quien
conocido en la cueva del tesoro.
- Madre
-dijo Aladino-, este Genio de ahora no se parece en nada al que vi en la caverna. El uno se llamaba esclavo del anillo que tengo en el dedo, y en cambio este dice que es esclavo de la
.
- De manera, que
eso -dijo la infeliz señora-, ¿la
ha sido la causa de que se me aparezca tan
demonio? ¡Oh, hijo
! ¡
de mi vista,
al estercolero, o
como pensabas, antes de que me muera de espanto si vuelvo a tocarla! Y si quieres creerme, debes desposeerte del anillo; todo eso son
de aquel perverso mago, que
nos sigue persiguiendo con su influjo.