Las mil y una noches 7

Busca las palabras con tilde

El emperador levemente, al ver que aquella humilde anciana reprocharle su falta de palabra, y un momento, antes de contestar. Sin duda obrado de ligero al conceder la mano de su hija a un desconocido que, si bien le hecho un regalo, era hijo de una mujer del pueblo de las humildes.
El medio de evitar tan embarazosa causada por un momento de benevolencia hacia una descabellada, era poner a la princesa en tan elevado precio, que aquel hombre, por rico que fuese, no pudiese alcanzar a tanto. El primer ministro que el emperador, como siempre, , y se tranquilo, sobre todo de al Hijo del Cielo, que :
-Buena anciana, ya que los reyes deben cumplir su palabra, y yo estoy dispuesto a mantener la y a otorgar a tu hijo la mano de la princesa, pero como no puedo casarla con un desconocido, sin saber antes las ventajas que le proporciona este matrimonio, a tu hijo que mi palabra cuando me cuarenta grandes bandejas de oro macizo llenas de las mismas que ya me has presentado de su parte.