Don Quijote se rio de la
que Sancho
dado al nombre y al
y cuenta del
Ptolomeo, y le dijo:
-
, Sancho, que los españoles y los que embarcan en
para ir a las Indias Orientales, una de las señales que tienen para saber si han pasado la
equinoccial que te he dicho es que a todos los que van en el
se les mueren los piojos, sin que les quede ninguno, nin en todo el bajel lo
.
- Yo no creo nada de eso -
Sancho-; pero, con todo,
lo que vuesa merced me manda, aunque no
para
hay necesidad de hacer esas experiencias.
En esto descubrieron unas grandes aceñas que en la mitad del
estaban; y apenas las hubo visto Don Quijote, cuando con voz alta dijo a Sancho:
- ¿Ves?
, ¡oh amigo!, se descubre la ciudad, castillo o fortaleza donde debe estar
caballero oprimido, alguna reina, infanta o princesa malparada, para cuyo socorro soy
.
- ¿
diablos de ciudad, fortaleza o castillo dice vuesa merced, señor? - dijo Sancho-. ¿No echa de ver que aquellas son aceñas que
en el
, donde se muele el trigo?
Los molineros de las aceñas, que vieron venir aquel barco por el
y que se iba a embocar por el caudal de las ruedas, salieron con presteza, mucho de ellos con varas largas para detenerlo.
- ¡Demonios de hombre! ¿
vais? ¿
desesperados? ¿
? ¿Ahogaros y haceros pedazos en estas ruedas? |