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Caperucita Roja

En un pueblo de las montañas, vivía una niña muy linda y muy lista. Cuando tenía nueve años, su madre le hizo un abrigo con una caperuza roja, y como siempre andaba con ese abrigo, en la aldea la conocían por Caperucita Roja.

Un día su madre hizo unas galletas y le dijo:

—Irás a casa de la abuela, pues me han dicho que está enferma, y le llevarás estas galletas  y este tarrito de miel.

Caperucita Roja salió enseguida en dirección a la casa de su abuela. Al pasar por un bosque encontró a un malvado lobo que le preguntó a la niña a dónde iba y qué llevaba en la cestita.

—Voy a ver a mi abuela y a llevarle estas galletas y un tarrito de miel porque está enferma.

—¿Y dónde vive tu abuelita?- le preguntó el lobo.

—Vive en una pequeña casita al lado de un molino a la que se va por este camino.

—¿Y por qué no le llevas también un ramito de flores que seguro que le encantan?

—Gracias. Cogeré algunas margaritas que hay por aquí y se las llevaré.

El lobo echó á correr tanto como pudo y en pocos minutos ya estaba en casa de la abuela llamando a la puerta:

—¿Quién va?- preguntó la abuela.

—Soy tu nieta, Caperucita -dijo el lobo imitando la voz de la niña.- Te traigo miel y galletasl.

La buena de la abuela, que estaba en cama porque estaba enferma, contestó gritando:

—Tira de la cuerda y se abrirá la puerta.

Así lo hizo el lobo y la puerta se abrió. El lobo se abalanzó sobre la anciana y la devoró en un abrir y cerrar de ojos, pues hacía ya tres días que no había comido. Luego cerró la puerta y fue a acostarse en la cama de la abuela, esperando a Caperucita Roja, que llegó un poco más tarde.

—¿Quién va?- preguntó el lobo imitando la voz de la abuelita.

—Soy yo, tu nieta, Caperucita. Te traigo unas galletas y un tarrito de miel..

—Tira de la cuerda y se abrirá la puerta.- gritó el lobo.

Caperucita entró en la casa,y el lobo se ocultó debajo de la manta y tan solo se le podía ver la cara.

—Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!

—Son para verte mejor. – respondió el lobo imitando la voz de la abuela.

—Abuelita, ¿qué orejas tan grandes tienes!

—Son para oírte mejor.

—Abuelita, ¡qué dientes tan grande tienes!

—¡Son para comerte mejor!

Y al decir estas palabras, el malvado lobo saltó sobre Caperucita Roja y de un bocado se la comió.

(Adaptación)Texto disponible bajo la Licencia Creative Commons. Imágenes: pixabay.com


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