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La Cenicienta - 1

Érase un hombre viudo, que tenía una hija pequeña muy cariñosa, buena y hermosa. Pasando el tiempo, el hombre se casó de nuevo con una mujer mala y orgullosa como otra no haya habido. La mujer tenía dos hijas, orgullosas como ella y que en todo se le asemejaban.

Apenas celebradas las bodas, la madrastra mostró su pésimo carácter sobre la joven, cuya hermosura y bondad no podía sufrir, pues al compararlas con las de sus hijas, éstas aparecían más despreciables. Le encargaba las más humildes faenas de la casa; debía fregar los platos, lavar la ropa y barrer los cuartos de la señora y de sus dos hijas.

Cuando terminaba su tarea y todos iban a acostarse, ella se acostaba en un rincón de la chimenea por lo que se llenaba de ceniza, lo que dio origen a que le llamaran Cenicienta.

En aquel entonces el rey dio un baile al que invitaba a todas las jóvenes solteras del reino, para que su hijo eligiera esposa entre todas las muchachas que acudiesen al baile.

Las hermanas se ocuparon afanosamente en escoger los vestidos y adornos que mejor habían de sentarles para lucirlos en el baile de palacio.

—Yo -dijo la mayor-, llevaré el vestido de terciopelo rojo y un collar de perlas.

—Yo -añadió la menor-, me pondré el vestido verde, con pendientes y pulseras de diamantes.

—¡Cuánto me gustaría poder asistir a ese baile!- dijo Cenicienta.

— ¿Tú? -dijo la mayor-. ¡Pero si no tienes vestido ni joyas para ir al palacio del rey!

—¡Ja, ja, ja! – se rio la menor- ¿Pero no ves que eres una simple sirvienta y que nadie bailaría contigo?

Por fin llegó el tan deseado día y la madrastra y sus hijas se fueron al baile. Cenicienta, al verlas marchar, se puso a llorar tristemente sentada a la puerta de la casa.

De pronto oyó una música celestial y vio a una hermosa hada con una varita en la mano y rodeada de estrellitas de colores.

—Ya sé por qué lloras jovencita. Deseas ir al baile pero no tienes la ropa adecuada para ello.

—¿Y tú quién eres? – preguntó Cenicienta muy extrañada.

— Soy tu hada madrina y vengo a cumplir con tu deseo de ir al baile.

(Adaptación)Texto disponible bajo la Licencia Creative Commons. Imágenes: pixabay.com


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