El gato con botas 2
El rey mandó que le diesen ropa al marqués y quiso que subiera al carruaje con él. El gato se adelantó; y habiendo encontrado dos campesinas recogiendo hierba en un prado, les dijo:
—Buenas gentes, decidme a quién pertenecen estos prados.
—Son propiedad del ogro que vive en aquel castillo.
—Va a pasar el rey y si os pregunta, no le digáis que son del ogro del castillo porque el ogro se enfadará con vosotras. Decidle que son del marqués de Zenón pues es así como quiere el ogro que le llamen.
Cuando pasó el rey y les preguntó de quién eran aquellos prados, las campesinas contestaron:
—Pertenecen al señor marqués de Zenón.
Poco después, el gato encontró a varios segadores y les dijo:
—Buenas gentes que estáis segando, si el rey os pregunta a quién pertenecen estos campos de trigo, no le digáis que son del ogro pues el ogro se enfadará con vosotros. Decidle que pertenecen al marqués de Zenón.
Pasó el rey poco después y quiso saber quién era el dueño de todos los campos de trigo que veía.
—Pertenecen al señor marqués de Zenón -contestaron.
El gato llegó por último al castillo de Zenón cuyo dueño era un ogro, el más rico que se haya visto, pues todas las tierras por donde el rey había pasado dependían del castillo. El gato fue a visitarlo, diciendo que no había querido pasar tan cerca del castillo sin haber tenido el honor de ofrecerle sus respetos.
El ogro pensaba comerse al gato, pero como sabía que sería difícil de atrapar, lo invitó a descansar por ver si en un descuido lo apresaba.
—Me han asegurado -dijo el gato-, que tenéis el don de transformaros en toda suerte de animales, como por ejemplo, en león, en elefante...
—Es verdad -contestó el ogro e inmediatamente se convirtió en un león.
Tan grande fue el espanto del gato al hallarse delante de un león, que de un salto se fue al alero del tejado para que no lo cazase. Y cuando el ogro hubo recobrado su primitiva forma, el gato bajó del tejado y confesó que había tenido miedo.
—Transformarse en un animal grande no debe de ser tan difícil – añadió el gato-, lo que me parece imposible es que podáis transformaros en un animal muy pequeño como, por ejemplo, en un ratoncillo.
—¡Imposible! -exclamó el ogro-. ¡Ahora veréis!
Apenas hubo pronunciado estas palabras cuando se transformó en un ratoncillo que comenzó a correr por el suelo. En cuanto el gato lo hubo visto, lo cazó y se lo comió.
A continuación el gato salió al encuentro de la carroza real haciendo una gran reverencia.
—Sea bienvenida Vuestra Majestad al castillo del señor marqués de Zenón.
El monarca, impresionado por tanta riqueza y viendo que a la princesa también le encantaba el marqués de Zenón, dijo:
-De vos depende, señor marqués, que seáis mi yerno.
El marqués hizo una gran reverencia y aceptó el honor que le dispensaba el rey, y aquel mismo día se casó con la princesa. El gato fue armado caballero y vivió con todas las atenciones y solo cazó ya ratones por diversión.
(Adaptación)Texto disponible bajo la Licencia Creative Commons. Imágenes: pixabay.com
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