Hansel y Gretel - 2
El leñador no quería separarse de sus hijos pero, a los pocos días, una vez más su esposa lo convenció de que era la única solución. Esta vez los niños no pudieron enterarse de los planes de su madrastra.
Aún no había salido el sol cuando los cuatros dejaron la casa. Hansel fue dejando caer por todo el camino las miguitas del pan que le habían dado antes de partir la malvada madrastra.
Nuevamente los dejaron junto al fuego, en lo profundo del bosque, y esperaron mucho tiempo allí sentados hasta que se hizo de noche.
—No te preocupes – le dijo Hansel a Gretel-, porque encontraremos el camino de vuelta siguiendo las migas de pan que he dejado por el camino.
Pero cuando quisieron volver a casa los niños comprobaron con horror que todas las miguitas dejadas por el camino se las habían comido las aves del bosque.
Solos, con mucha hambre y llenos de miedo, los dos niños se encontraron en un bosque espeso y oscuro del que no podían hallar la salida. Vagaron durante muchas horas hasta que por fin, encontraron un claro donde sus ojos descubrieron… ¡Una casita hecha de dulces! El techo era una gran tarta, las paredes eran de chocolate, las ventanas de caramelo, y la puerta era una galleta enorme.
—¡Ven Gretel, yo comeré las ventanas y tú podrás comerte la puerta!
Y no se enteraron de que sigilosamente salía a su encuentro una malvada bruja que los atrapó y les dijo:
—Veo que queríais comer mi casa. Pues ahora ¡yo os voy a comer a vosotros! Tú, niña, -dijo mirando a Gretel-, serás mi criada y al niño lo engordaremos un poco, pues está muy flacucho y cuando esté gordito, me lo comeré.
Y sin prestar atención a las lágrimas de los niños cogió a Hansel y lo metió en una jaula con barrotes. Y cada día se acercaba a los barrotes y le decía:
—Venga niño, acércame tu brazo para ver como vas engordando.
—Como la bruja es muy corta de vista - le dijo Gretel a Hansel-, cuando ella te pida que le muestres tu brazo, tú lo que vas a sacar por entre los barrotes de la jaula es este huesito de pollo para que vea que estás muy flaco.
Pero al cabo de dos meses, al ver que Hansel no engordaba, la bruja vociferó:
—Ya estoy cansada de esperar a que este niño engorde. Come y come todo el día y aún está más flaco que el día que llegó. Así que lo comeré ahora mismo.
Entonces encendió un gigantesco horno en el que echaba leña continuamente. Y en un descuido, cuando la bruja estaba echando más leña al horno, Gretel se acercó por detrás y, dándole un fuerte empujón, tiró a la bruja al horno en donde ardió dando unos gritos espantosos.
Gretel corrió entonces junto a su hermano y lo liberó de su prisión. Los niños vieron que en la casa de la bruja había grandes bolsas con montones de piedras preciosas y perlas. Así que cogieron dos bolsas y algo de comida y abandonaron aquel bosque encantado.
Caminaron durante varios días por el bosque y finalmente dieron con la casa de su padre quien al verlos llegar se llenó de alegría porque desde que los había abandonado no había pasado un solo día sin que lamentase su decisión. Los niños corrieron a abrazarlo y, una vez que se hubieron reencontrado, les contó que la malvada esposa había muerto y que nunca más volvería a lastimarlos.
Los niños entonces sacaron todas las joyas de las bolsas y así los tres vivieron juntos para siempre y no tuvieron que pasar hambre nunca jamás(Adaptación)Texto disponible bajo la Licencia Creative Commons. Imágenes: pixabay.com
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