La gallina Clotilde
Lecturas 3: ejercicios de comprensión
La gallina Clotilde vivía en un pequeño corral junto con otras siete gallinas y el gallo Corindón. Clotilde era la gallina más hermosa, la que ponía los huevos más grandes y la preferida de Corindón por su ágil vuelo.
En el centro del corral había un cerezo muy alto que al llegar la primavera se llenaba de grandes y sabrosas cerezas que Clotilde picoteaba alcanzando con su ágil vuelo las ramas más bajas cargadas del rojo fruto.
Las otras gallinas, incapaces de semejante vuelo, tenían que conformarse con las cerezas que Clotilde les tiraba o con las que se caían sacudidas por el viento.
Aburrida en el corral, un día de verano, agotadas ya la cerezas, la hermosa Clotilde emprendió un nuevo vuelo hasta el cerezo y, ascendiendo de rama en rama, se encaramó en lo más alto de su copa.
Desde allí se divisaban inmensos campos llenos de apetitosos granos de trigo, prados habitados por gusanos y lombrices relucientes, y charcas repletas de insectos.
En su atalaya, la gallina observó de nuevo su reducido corral, recordó la escasa comida de todos los días y, sin pensárselo dos veces, emprendió un largo vuelo hacia la libertad y hacia un mundo nuevo y desconocido.
El tiempo transcurrió y de Clotilde nunca más se volvió a tener noticia cierta. Hay quienes aseguran que vive con los conejos en los campos de trigo, otros que anda por las charcas con los patos salvajes y aún hay quien afirma que emigró con las cigüeñas a la llegada del invierno.
© texto: sergio r. peral