Queriendo un negro cuero, que estaa en un árol suido, comer un hermoso queso, que haía hurtado de una entana cercana, le atisó la zorra que empezó a adularle:
- ¡Oh cuero, qué istoso es el lustre de tus plumas! !Qué hermosura la que ostentas en tu cuerpo y en tu semlante¡ Si correspondiera tu oz, ninguna otra ae te llearía en el mundo
entaja.
El necio del cuero, queriendo hacer ostentacion de su oz, arió el pico para cantar y soltó el queso que áidamente cogió entre sus dientes hamrientos la astuta raposa.
Este suceso pruea, cuanto aproecha el ingenio, y que en todo caso más ale maña que fuerza.