Después de darle gracias por
salvado, comencé a subir la penosísima y estrecha escalera, tan escarpada, que si el viento
tenido la menor violencia, me
arrojado al mar.
Por fin, después de una ascensión interminable, llegué bajo la cúpula, y di mil gracias a Alá por la merced que
querido
sin yo merecerla.
Pasé la noche bajo la cúpula, y en mis sueños se apareció a mí un anciano venerable que me dijo:
- Soy uno de tus antepasados, y quiero protegerte y darte la única manera de salir de esta montaña, en donde pronto morirías de
y de sed, porque en su dura piedra no crece la más triste
, ni brota el más pequeño manantial. Mañana cuando despiertes, cava la tierra, bajo tus pies, y
un arco de bronce y tres flechas de oro, fabricadas para librar de la muerte al
que aquí llegue. Dispara las tres flechas certeramente contra el pecho de la estatua. El jinete caerá al mar y el caballo a tus pies. Entierra a este caballo prodigioso en el sitio en que
el arco y las flechas. Cuando
terminado, se
el seno del mar, y subirá
el pie de esta misma cúpula. Cuando
subido
aquí verás llegar en una barca de piedra un remero de bronce con un remo en cada mano. |