El hijo de un pobre aldeano oyó decir en la iglesia al párroco, que para ir al cielo se tiene que andar el camino
puso en marcha, pues, siempre en linea recta, por montes y por valles, sin dar ningún
fin llegó a una gran ciudad, y en ella había una hermosa
de las luces y de la pompa que la rodeaba, el inocente niño creyó haber llegado ya al Paraíso.
Una anciana pedía a la puerta de la iglesia a los fieles que salían del
niño le dio la mitad de su
miró atrás creyó ver que la vieja le
vez esa era su única comida del día.
Al día siguiente volvió a la
sorprendió al no ver a la vieja pidiendo
su lugar había otro pobre con algunas monedas en un sombrero que tenía en el
vez en cuando tocaba alguna melodía con su vieja
vez el niño no tenía nada que darle. |